Kápar

Kápar (2018)

Técnica: fotografía digital

Kápar, según la lengua quechua, significa castrar. Es un término que en los andes del Perú se aplica a los animales más no a las personas, ya que dentro de la cosmovisión andina la fertilidad, tanto en la tierra como en las mujeres, es de suma importancia. Según su cosmovisión, se tiene una relación con la naturaleza de complementariedad y unidad antes que de extracción y explotación. En esa concepción, ellos tienen una forma propia de planificar el nacimiento de sus hijos/as y la composición de sus familias a través de métodos naturales como el uso de hierbas, entre otros.

Incluso así, durante el periodo en el cual Alberto Fujimori fue presidente del Perú, entre los años 1990 y 2000, se ejecutó el programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación familiar. Este programa tenía como meta principal reducir la pobreza y estaba dirigido a mujeres de zonas rurales, con altos niveles de pobreza y en su mayoría campesinas. Según constató la Defensoría del Pueblo, fueron 272 028 mujeres las que fueron esterilizadas mediante este programa, de las cuales 2166 afectadas han denunciado haber sido sometidas, mediante engaños o amenazas, a estos métodos de esterilización.

Este era un programa sistematizado en que los doctores cumplían con cuotas de esterilizaciones y hacían reportes directos al presidente. Dada la urgencia de llegar a las metas, se cometieron muchas negligencias, como por ejemplo carecer de exámenes médicos, y que las mujeres fueran operadas y enviadas de regreso a casa sin ningún tipo de observaciones o cuidados posteriores. Debido a la mala praxis muchas han muerto y otras tienen cáncer de útero o fuertes infecciones en el vientre que les impide trabajar y producir la tierra como antes. «Están reproduciéndose como conejas», son algunas de las frases que les decían los doctores a las mujeres antes de operarlas.

Las víctimas de esterilizaciones forzadas conviven con fuertes traumas físicos y psicológicos. Muchas de ellas aún presentan las cicatrices después de veinte años. Son mujeres enfermas a las que sus esposos y su comunidad marginan por haber perdido sus facultades reproductivas. Su condición les impide vivir lejos del recuerdo de haber sido forzadas, engañadas y maltratadas. «No puedes morir, tampoco puedes sanar», son algunos de sus testimonios

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    Kápar (2018)

    Técnica: fotografía digital

    Kápar, según la lengua quechua, significa castrar. Es un término que en los andes del Perú se aplica a los animales más no a las personas, ya que dentro de la cosmovisión andina la fertilidad, tanto en la tierra como en las mujeres, es de suma importancia. Según su cosmovisión, se tiene una relación con la naturaleza de complementariedad y unidad antes que de extracción y explotación. En esa concepción, ellos tienen una forma propia de planificar el nacimiento de sus hijos/as y la composición de sus familias a través de métodos naturales como el uso de hierbas, entre otros.

    Incluso así, durante el periodo en el cual Alberto Fujimori fue presidente del Perú, entre los años 1990 y 2000, se ejecutó el programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación familiar. Este programa tenía como meta principal reducir la pobreza y estaba dirigido a mujeres de zonas rurales, con altos niveles de pobreza y en su mayoría campesinas. Según constató la Defensoría del Pueblo, fueron 272 028 mujeres las que fueron esterilizadas mediante este programa, de las cuales 2166 afectadas han denunciado haber sido sometidas, mediante engaños o amenazas, a estos métodos de esterilización.

    Este era un programa sistematizado en que los doctores cumplían con cuotas de esterilizaciones y hacían reportes directos al presidente. Dada la urgencia de llegar a las metas, se cometieron muchas negligencias, como por ejemplo carecer de exámenes médicos, y que las mujeres fueran operadas y enviadas de regreso a casa sin ningún tipo de observaciones o cuidados posteriores. Debido a la mala praxis muchas han muerto y otras tienen cáncer de útero o fuertes infecciones en el vientre que les impide trabajar y producir la tierra como antes. «Están reproduciéndose como conejas», son algunas de las frases que les decían los doctores a las mujeres antes de operarlas.

    Las víctimas de esterilizaciones forzadas conviven con fuertes traumas físicos y psicológicos. Muchas de ellas aún presentan las cicatrices después de veinte años. Son mujeres enfermas a las que sus esposos y su comunidad marginan por haber perdido sus facultades reproductivas. Su condición les impide vivir lejos del recuerdo de haber sido forzadas, engañadas y maltratadas. «No puedes morir, tampoco puedes sanar», son algunos de sus testimonios

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      Ficha Técnica
      Año: 2018
      Técnica: Fotograma
      Dimensiones de la pieza: 150 cm x 160 cm
      Soporte: Papel fotosensible Ilford mate

      La tradición andina, posiciona a la Pachamama como diosa de la tierra, creación y fertilidad, a quien se le asocia con el florecer de los cultivos, la reproducción de los animales y sobre todo, la concepción femenina. La Pachamama, “Madre Tierra” o del “Cosmos”, es la totalidad de la vida, el todo en su conjunto y una dualidad en sí misma que  constituye la base fundamental de la unidad en la diversidad natural y humana.

      Este retrato a escala humana  tiene como protagonistas a  mujeres víctimas de esterilizaciones forzadas, quienes mediante la técnica del fotograma  imprimen en el papel fotosensible sus secuelas físicas y psicológicas . Sus casas de barro se convirtieron en un cuarto oscuro para poder realizar el fotograma . Dejando así registrada su huella corporal y la tierra fértil de sus cultivos. Ahora ellas representan una singularidad dentro de un todo que siempre debió reflejar abundancia, fecundidad y felicidad.

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