Patrones de una piel destruida

Patrones de una piel destruida

2021 (en proceso).

“Patrones de una piel destruida” se desarrolla en una sala contenida de códigos visuales que han sido resignificados, para traer a la consciencia colectiva una parte de la historia que permanece en silencio. Por medio de la fotografía se activan dispositivos que sirven de catarsis para un público, indignación para otros, y/o recepción de datos y hechos para comprender los efectos que causó la explotación del caucho en comunidades enteras de la amazonía, donde sujetos eran torturados, mutilados y asesinados por un sistema laboral que los esclavizaba.

El caucho, cuyo nombre quiere decir “el árbol que llora”, crecía en ese entonces en la Amazonía. Su extracción significó ser un negocio rentable ante la demanda del “oro blanco” en Europa, y su importante bonanza económica para el estado peruano.

En ese sentido, el proyecto propone abrir discusiones en torno a las memorias del caucho. Tomando de referencias hechos históricos sobre el sistema extractivista en la Amazonía, en paralelo al nacimiento de la industria de los neumáticos. El proyecto transita -desde la metáfora- los ríos Putumayo y Amazonas, ríos que fueron testigos del genocidio. 

Asimismo, la llanta y otros derivados del caucho se convierten en símbolos de la narrativa. La rueda en movimiento, como metáfora del “progreso”, es uno de los puntos claves para recorrer este “viaje visual” hacia la selva del asfalto. También, encuentra una urgencia de reivindicar la memoria indígena, de sanar la piel destruida. El símbolo de la serpiente, patrones similares a las huellas de las llantas, vuelven a su territorio para retejer nuevas memorias.

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    Patrones de una piel destruida

    2021 (en proceso).

    “Patrones de una piel destruida” se desarrolla en una sala contenida de códigos visuales que han sido resignificados, para traer a la consciencia colectiva una parte de la historia que permanece en silencio. Por medio de la fotografía se activan dispositivos que sirven de catarsis para un público, indignación para otros, y/o recepción de datos y hechos para comprender los efectos que causó la explotación del caucho en comunidades enteras de la amazonía, donde sujetos eran torturados, mutilados y asesinados por un sistema laboral que los esclavizaba.

    El caucho, cuyo nombre quiere decir “el árbol que llora”, crecía en ese entonces en la Amazonía. Su extracción significó ser un negocio rentable ante la demanda del “oro blanco” en Europa, y su importante bonanza económica para el estado peruano.

    En ese sentido, el proyecto propone abrir discusiones en torno a las memorias del caucho. Tomando de referencias hechos históricos sobre el sistema extractivista en la Amazonía, en paralelo al nacimiento de la industria de los neumáticos. El proyecto transita -desde la metáfora- los ríos Putumayo y Amazonas, ríos que fueron testigos del genocidio.

    Asimismo, la llanta y otros derivados del caucho se convierten en símbolos de la narrativa. La rueda en movimiento, como metáfora del “progreso”, es uno de los puntos claves para recorrer este “viaje visual” hacia la selva del asfalto. También, encuentra una urgencia de reivindicar la memoria indígena, de sanar la piel destruida. El símbolo de la serpiente, patrones similares a las huellas de las llantas, vuelven a su territorio para retejer nuevas memorias.

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