La relación histórica entre el cristianismo y la representación de la imagen occidental ha consistido en un tipo de clientelismo basado en consolidar formas de control por medio del empleo de símbolos. En consecuencia, en estas imágenes subyacen el sentido de lo sagrado para preservar la fe, siendo su contraparte la figura de lo profano como punto que la desautoriza.
Por esta razón, se plantea la siguiente pregunta: ¿Qué mecanismos se encuentran codificados en estas representaciones, que hacen que susciten, de forma “natural”, un aura e imposibilidad de ser un objeto cuestionable?
Como respuesta, se plantea al collage análogo como técnica que subvierte el sentido de las imágenes de la iconografía cristiana. Asimismo, en ellas surgen nuevas lecturas al incluir elementos textuales como resultado de la apropiación. El discurso parte de un cuestionamiento personal de cómo los rituales católicos construyeron parte de mi visión del mundo desde temprana edad por tradición familiar.
Es la introspección de los ojos de un caminante que recorre las calles de una ciudad -que al llegar la noche- aparece salvaje y te suscita a entrar en un estado de conciencia alterado. Esta necesidad de documentar nace del interés nostálgico por mostrar el surgimiento de los seres nocturnos y las situaciones atemporales que nos otorga la esencia de las zonas más populares del corazón de Lima.
Haciendo que el uso de la cámara fotográfica no sea más que una intermediaria del proceso cognitivo que nos acompaña en este viaje, a través de su apariencia incolora y sus movimientos irregulares que, junto al contraste de las sombras, nos forman detalles estáticos que se vuelven un lenguaje simbólico de la propia ciudad recorrida.